Este fenómeno se debe a la fragmentación del sistema de salud, la insuficiencia de medicamentos en instituciones públicas como el IMSS e ISSSTE, y la desaparición del Seguro Popular, que dejó a millones sin cobertura adecuada.
Redacción
En México, la falta de acceso a servicios de salud públicos ha llevado a un aumento significativo en el gasto de bolsillo en medicamentos, especialmente entre los sectores más vulnerables.
Según datos de la OCDE, los mexicanos destinan más del 40% de sus ingresos a gastos de salud, una proporción mucho mayor al promedio del 20% de los países del bloque, afectando desproporcionadamente a los más pobres.
Este fenómeno se debe a la fragmentación del sistema de salud, la insuficiencia de medicamentos en instituciones públicas como el IMSS e ISSSTE, y la desaparición del Seguro Popular, que dejó a millones sin cobertura adecuada.
En 2022, 50.4 millones de personas carecían de acceso a servicios de salud, un aumento del 16.2% al 39.1% desde 2018, lo que obliga a muchos a recurrir a farmacias privadas y consultorios anexos, como los de «Dr. Simi», cuya atención creció de 8.5 a 12.5 millones de personas entre 2018 y 2022.
El desabasto de medicamentos, que se agudizó desde 2019 por recortes presupuestales y cambios en la compra de medicinas, ha resultado en 15.2 millones de recetas no surtidas en 2022, según el colectivo Cero Desabasto.

Esto ha llevado a un incremento del 40.5% en el gasto en salud de los hogares entre 2018 y 2020, con un promedio de 3,300 pesos anuales por familia, especialmente en atención primaria y medicamentos.
Además, la población sin seguridad social, que depende de IMSS-Bienestar o Servicios Estatales de Salud, enfrenta mayores limitaciones, con tiempos de espera prolongados y falta de medicamentos especializados, lo que eleva los costos en el sector privado.
La situación se agrava por la insuficiencia de infraestructura y personal médico, con tiempos de espera de hasta 76 minutos en el IMSS y una baja en la cobertura de medicamentos especializados, como los oncológicos.
A pesar de promesas de un sistema de salud universal, México sigue lejos de alcanzarlo, siendo uno de los pocos países de la OCDE sin cobertura sanitaria universal.
Esto ha resultado en un aumento de gastos catastróficos, afectando a 4.7 millones de hogares, y un incremento en la búsqueda de soluciones legales, como amparos, para garantizar el acceso a medicamentos.
En resumen, la combinación de un sistema de salud fragmentado, desabasto crónico y recortes presupuestales obliga a los mexicanos a gastar más en medicamentos, profundizando las desigualdades en el acceso a la salud.