Es fácil liderar cuando las cosas van bien. ¿La verdadera prueba? Liderar cuando todo se tambalea: el mercado cambia, los planes se desmoronan y nada sale como se esperaba.
Durante mi tiempo al frente de ButterflyMX, he aprendido que la verdadera medida de un equipo no está en cómo actúa cuando todo marcha bien, sino en cómo responde cuando todo se sale de control.
En esos momentos, tu equipo no necesita perfección. Necesita resiliencia. No solo la determinación para seguir adelante, sino la agilidad para adaptarse, la claridad para mantenerse enfocado y la confianza para alzar la voz cuando más importa.
Aquí te explico cómo formar un equipo que no solo sobrevive a la incertidumbre, sino que prospera en ella.
Empieza con la seguridad psicológica
La resiliencia no comienza con la fuerza de voluntad. Comienza con la seguridad. Si tu equipo tiene miedo de hablar, no resolverá problemas — se protegerá a sí mismo. En momentos de incertidumbre, ese silencio puede ser peligroso. Una preocupación ignorada, una pregunta que no se hace… y todo el plan puede venirse abajo.
Si las personas no se sienten seguras para ser honestas, no te ayudarán a adaptarte; simplemente se quedarán calladas. Ningún equipo prospera en la incertidumbre guardando silencio.
Modela el comportamiento que quieres ver. Admite lo que no sabes. Haz preguntas abiertas. Y cuando alguien cuestione una idea, mejor di «gracias», no «demuéstralo».
Contrata (y asciende) por adaptabilidad
Cuando todo va según lo planeado, es fácil brillar como una estrella. Pero la verdadera prueba del talento es cómo actúa una persona cuando el plan se desmorona.
Los equipos resilientes están formados por personas que saben pivotear, no solo resistir a toda costa. Por eso, la adaptabilidad debe ser un criterio clave para contratar y ascender, no solo un «bonito extra».
He dejado de hacer preguntas como: «Cuéntame sobre tu mayor éxito». Mejor, digo: «Cuéntame de alguna vez en la que todo haya salido mal y cómo respondiste» No busco perfección. Busco templanza, creatividad y una inclinación natural a actuar.
No se trata solo de a quién contratas. Ascender a las personas adecuadas es igual de importante. He visto a grandes talentos desmoronarse cuando el entorno cambia y a colaboradores silenciosos brillar cuando se les da espacio para liderar en la complejidad. Esas son las personas que quiero al mando cuando las cosas se ponen difíciles.
Crea sistemas… y luego rómpelos (a propósito)
Los sistemas brindan claridad, ayudan a los equipos a moverse rápido y a mantenerse alineados. Pero si te aferras demasiado a ellos, pueden convertirse en un obstáculo, especialmente en momentos de cambio.
Yo mismo he cometido ese error. Teníamos un flujo de trabajo que funcionaba como un reloj… hasta que el mercado cambió. De pronto, ese «eficiente sistema» se convirtió en una carga. Nadie quería salirse del proceso, ni siquiera cuando ya no servía.
Ahí entendí que los equipos resilientes crean sistemas con flexibilidad incorporada. Saben cuándo seguir el manual… y cuándo tirarlo por la ventana.
¿Una solución simple? Hacer lo que llamamos «disrupciones controladas». Cada trimestre, ponemos a prueba al equipo con situaciones inesperadas: un cambio de prioridades de último minuto, una nueva herramienta, o un escenario en el que falta un integrante clave. No se trata de generar caos, sino de fortalecer la confianza en que sabemos manejarlo.
Programa una «revisión de sistemas» trimestral en la que el equipo analice los procesos y se haga esta pregunta de forma intencional: «¿Qué nos sirve todavía y qué nos está frenando?».
Normaliza la recuperación, no el agotamiento
La resiliencia no se trata solo de resistir momentos difíciles; se trata de recuperarse para poder seguir adelante.
Existe un mito en el liderazgo que dice que la fortaleza mental equivale a trabajar sin parar. Pero quemar a tu equipo no los hace más fuertes. Solo los vuelve más callados, menos creativos… y eventualmente, los aleja.
Los equipos resilientes construyen su resistencia cuidando su energía. Y eso incluye la recuperación. Yo he empezado a tratar el descanso igual que los plazos de entrega: programado, protegido y monitoreado. Como líderes, debemos mostrar con el ejemplo que descansar es parte del rendimiento.
Y funciona. He visto equipos recuperarse más rápido de etapas estresantes y rendir mejor cuando sienten que pueden respirar.
Incorpora rituales de recuperación en la rutina del equipo. Prueba con pausas de cinco minutos para respirar después de reuniones intensas. O empieza las revisiones semanales con una pregunta sencilla: «¿Qué necesitas para iniciar esta semana?».
Mantente firme en el propósito
Cuando todo se vuelve caótico, el propósito es el ancla. Las métricas cambian. Las estrategias se ajustan. Los planes se desmoronan. Pero el porqué detrás del trabajo… eso es lo que mantiene a las personas en pie.
Durante un trimestre especialmente difícil, en el que los objetivos cambiaban constantemente y la incertidumbre era alta, dejé de abrir las reuniones del equipo con tableros de indicadores. En su lugar, compartía historias: un cliente que se vio beneficiado, un compañero que dio un esfuerzo extra, una pequeña victoria que mostraba que aún estábamos generando impacto.
Esas historias hicieron mucho más por reenfocar y recargar al equipo que cualquier gráfica. Cuando las personas recuerdan que su trabajo tiene sentido, es mucho más probable que mantengan la resiliencia, incluso cuando el camino se complica.
Empieza tu próxima reunión de equipo con esta pregunta: «¿Qué momento de esta semana te recordó por qué haces este trabajo?» Mantén las respuestas visibles. Esa es la brújula de tu equipo.
La resiliencia es una habilidad. Desarróllala a diario
Los equipos resilientes no se construyen en medio de una crisis. Se forman en los pequeños momentos: en las revisiones constantes, en los giros inesperados, en los espacios para respirar y en una cultura que valora la honestidad por encima de la perfección.
Lo mismo aplica para ti. Como líder, tu propia resiliencia marca el tono.
Así que no esperes a la próxima ola de incertidumbre para preparar a tu equipo. Empieza ahora. Haz de la adaptabilidad parte de la cultura. Celebra la recuperación. Refuerza el propósito. Y, sobre todo, crea un entorno donde las personas no solo sobrevivan a la incertidumbre — sino que crezcan gracias a ella.Elige una sola área —contratación, sistemas, recuperación o propósito— y haz un pequeño cambio esta semana. El mejor momento para construir resiliencia fue ayer. El segundo mejor momento es ahora.