Por Lorena Martínez
Hace unos días, mi pequeño me acompañó a la oficina. A pesar del esfuerzo que implica recogerlo entre el tráfico y los contratiempos del día, para él solo soy su mamá sentada frente a una computadora. No se da cuenta de que, más allá de esperar que den las 5 para salir corriendo a su clase, estamos trabajando para dar forma al mundo.
Los patrones de vida y trabajo han evolucionado. Hubo un tiempo en que el propósito del trabajo se limitaba a cumplir con las tareas diarias y compartir un espacio con otros para alcanzar los objetivos de la empresa. Hoy, el liderazgo en una oficina ha cambiado; su propósito varía según la organización y, cada vez más, se alinea con nuestra misión personal.
Hoy, las expectativas del liderazgo, y en especial las del liderazgo femenino, han cambiado hacia comportamientos y oportunidades que nos permiten a nosotras poder desempeñar estas posiciones más allá de las métricas de la empresa, sino de reconocer y valorar los múltiples roles que desempeñamos a diario. Este cambio no solo impacta a las mujeres, sino también a los hombres quienes cada vez participan más en la vida familiar. Es un liderazgo más equitativo e integral.
Los modelos de negocio han cambiado, convirtiéndose en entornos donde podamos y queramos trabajar. Más que un lugar, son espacios para conectar, construir, fortalecer el equipo y hacer crecer la empresa. Este liderazgo no es invadir la vida personal, es reconocer que existen un mundo afuera del trabajo. Comprender esta realidad nos permite crear conexiones profundas que nos impulsan a crecer, a buscar mejores opciones y soluciones para todos. Cuando nuestro bienestar fuera del trabajo y el trabajo le permite ser sólido, nuestro desempeño profesional también mejora.
Tradicionalmente se ha esperado que el líder, y en este caso, el liderazgo femenino, esté completamente entregado al trabajo. De hecho, lo estamos, porque siempre encontramos la manera de construir estos puentes entre la organización, equipo y las personas (y familia). Diseñamos nuestras actividades diarias equilibrando las responsabilidades laborales, aprendiendo nuevas habilidades, lluvia de ideas, tratando con todos nuestros clientes, stakeholders y por su puesto alcanzando resultados que impactan positivamente el crecimiento de quienes nos rodean.
Hoy en día, las empresas han cambiado para promover un entorno laboral que favorezca el bienestar y la conexión mental positiva entre nuestras responsabilidades profesionales y nuestro equilibrio personal. Es fundamental fomentar el liderazgo que escuche y valore a la persona al centro, ya que esta persona es la que conecta con el cliente.
Hoy agradezco la oportunidad de tener un trabajo que me permite realizar uno de mis propósitos personales y además disfrutar de otro de mis roles como mamá de 2.