Después de perder el acceso a la energía barata proveniente de Rusia y enfrentarse a la incertidumbre sobre sus previamente lucrativos vínculos comerciales con China, las grandes empresas alemanas ahora se encuentran en una encrucijada respecto a un tercer componente clave de su antigua fórmula de éxito: las relaciones industriales consensuadas.
Durante décadas, los líderes de la industria alemana, los sindicatos y los políticos colaboraron para alcanzar acuerdos sobre decisiones laborales y de producción, estableciendo así una base sólida para el desarrollo económico del país tras la guerra.
La amenaza de Volkswagen de cerrar fábricas en Alemania por primera vez en la historia pone a prueba la capacidad de este modelo de consenso para adaptarse y seguir siendo efectivo en un entorno global que algunos consideran extremadamente desafiante.
“La desindustrialización está ocurriendo en Alemania”, declaró esta semana Daniela Cavallo, directora del comité de empresa de Volkswagen, exigiendo soluciones para asegurar que “siga habiendo puestos de trabajo industriales en Alemania en el futuro.
