Desde antes de la pandemia, la alianza entre Microsoft y OpenAI fue una de las más influyentes del ecosistema tecnológico global. Por ejemplo, fue una sociedad clave para permitir el ascenso meteórico de ChatGPT y consolidar a Microsoft como actor central en la carrera por la inteligencia artificial.
Pero hoy, ese vínculo atraviesa su momento más delicado: OpenAI evalúa acusar a su mayor socio de conducta anticompetitiva y busca renegociar los términos que definieron su desarrollo desde 2019.
La tensión escaló al punto de que los ejecutivos de OpenAI discuten internamente lo que describen como una “opción nuclear”: iniciar acciones legales o regulatorias contra Microsoft por posibles violaciones a las leyes antimonopolio.
Así lo revela este martes 17 de junio el Wall Street Journal, citando a fuentes con conocimiento directo de las conversaciones.
El conflicto gira en torno a la distribución del poder, el control de los productos y la futura estructura societaria de OpenAI.

El poder detrás del botón “Enviar”
OpenAI está en pleno proceso de transformación para convertirse en una public-benefit corporation, una figura que le permitiría atraer más inversiones privadas, eventualmente salir a bolsa y operar con mayor flexibilidad.
Pero para dar ese paso necesita la aprobación de Microsoft, su principal inversor y aliado tecnológico. Y ese acuerdo está lejos de cerrarse.
Según el WSJ, la negociación se empantanó por diferencias en puntos clave:
- qué porcentaje tendrá Microsoft en la nueva entidad,
- qué derechos conservará sobre los modelos de IA
- y si podrá seguir accediendo a la tecnología de OpenAI una vez que esta declare haber alcanzado la llamada “inteligencia artificial general” (AGI, por sus siglas en inglés).
Esta última cláusula es una de las más polémicas, porque implicaría que Microsoft mantenga acceso preferencial incluso en un escenario en el que OpenAI supere los niveles actuales de desarrollo.
Al mismo tiempo, la startup busca romper con la exclusividad de Azure, la nube de Microsoft, y expandirse a otros proveedores como Google Cloud, en busca de más capacidad de cómputo.
También intenta limitar el acceso de Microsoft a las tecnologías que surjan de adquisiciones recientes, como la compra de Windsurf, una empresa especializada en herramientas de codificación.
Bajo el contrato actual, Microsoft podría reclamar derechos sobre la propiedad intelectual de todas las unidades de OpenAI, algo que sus ejecutivos ahora intentan evitar.
OpenAI y Microsoft: un “matrimonio” convertido en competencia
La historia entre ambas compañías comenzó en 2019, cuando Microsoft invirtió mil millones de dólares en OpenAI.
A cambio, obtuvo acceso exclusivo a sus modelos de lenguaje y se convirtió en el principal motor de su infraestructura.
Esa relación permitió que Microsoft lanzara Copilot, su asistente con IA para productos de Office y desarrolladores, y posicionara a Azure como la plataforma preferida para soluciones de inteligencia artificial empresarial.
Pero con el tiempo, la colaboración fue transformándose en una competencia velada. OpenAI lanzó sus propias herramientas para consumidores y empresas, y Microsoft empezó a desarrollar alternativas internas.
Según el WSJ, el CEO Satya Nadella incluso contrató a un rival de Sam Altman, director de OpenAI, para liderar un proyecto de modelos de IA completamente independiente.
Hoy, ambas compañías compiten directamente en el mercado de asistentes inteligentes, soluciones para desarrolladores y herramientas de análisis predictivo, un terreno en el que la diferencia entre socios y rivales es cada vez más borrosa.
Lo que está en juego
Más allá de las disputas legales, el desenlace de este conflicto podría tener efectos importantes en el mapa global de la inteligencia artificial.
Si OpenAI rompe parcialmente con Microsoft y logra diversificar su infraestructura, abriría nuevas puertas a otros actores como Google, Amazon y Nvidia.
Si no consigue avanzar en su conversión societaria antes de fin de año, corre el riesgo de perder hasta 20 mil millones de dólares en nuevas rondas de financiamiento, según fuentes consultadas por el WSJ.
El conflicto también podría encender alarmas en Washington. La Comisión Federal de Comercio (FTC) ya había iniciado una investigación general sobre las inversiones de Microsoft en el sector de IA y podría reactivar sus cuestionamientos si OpenAI decide formalizar su reclamo por prácticas monopólicas.
Hasta ahora, ambas partes insisten públicamente en que mantienen una relación “productiva” y que esperan seguir colaborando. Pero los hechos parecen indicar otra cosa.