Aunque la eliminación de incentivos por parte de Trump parece un golpe para el sector automotriz, algunos fabricantes pueden encontrar ventajas en términos de rentabilidad a corto plazo.
El presidente Donald Trump ha reafirmado su postura contra los vehículos eléctricos (EV, por sus siglas en inglés) y las políticas climáticas impulsadas por la administración de Joe Biden. Este lunes, Trump firmó una serie de medidas que eliminan los incentivos fiscales para compradores de vehículos eléctricos y relajan las normas de emisiones.
Además, reiteró su compromiso de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París, alegando que su objetivo es “salvar nuestra industria automovilística y cumplir mi sagrada promesa a nuestros grandes trabajadores automovilísticos estadounidenses”.
En los últimos años, los fabricantes estadounidenses habían implementado recortes de personal y cierres de plantas con el argumento de fortalecer su posición financiera para afrontar la transición hacia los vehículos eléctricos.
En 2018, por ejemplo, General Motors anunció una reestructuración de su negocio global que incluyó el cierre de cinco plantas en América del Norte y la reducción del 15% de su fuerza laboral. Estas medidas formaban parte de su estrategia alineada con la visión de “Cero choques, Cero emisiones, Cero congestión”, que marcaba un giro decidido hacia la electrificación de su portafolio de vehículos.
Sin embargo, en 2024, las ventas de EV en Estados Unidos solo representaron el 8% del total de vehículos de pasajeros vendidos, según Cox Automotive. Aunque significó un incremento del 7% respecto al año anterior, estas cifras están muy por debajo de las proyecciones iniciales, que preveían un crecimiento masivo para 2030.
Los incentivos fiscales han sido fundamentales para impulsar la adopción de vehículos eléctricos en el mercado estadounidense.
Desde 2008, empresas como Tesla han aprovechado estos beneficios para reducir el costo de sus modelos y consolidarse como líderes en un segmento en constante expansión. Aunque la eliminación de estos incentivos podría parecer un golpe para el sector automotriz, algunos fabricantes podrían encontrar ventajas en términos de rentabilidad a corto plazo.
