Redacción
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, anunció una serie de medidas arancelarias y no arancelarias en respuesta a la imposición de 25% de tarifas por parte de Donald Trump. Pero enfrentar a su principal socio comercial, que adquiere 83% de las mercancías mexicanas, representa un desafío complejo.
La fuerte dependencia económica con Estados Unidos reduce el margen de acción y limita las opciones para mitigar el impacto de una guerra comercial. Según el Peterson Institute for International Economics y Brookings Institution, la economía mexicana podría caer más de tres puntos porcentuales, con una reducción de 26% en exportaciones y la pérdida de 2.2 millones de empleos.

Especialistas con experiencia en la OMC y en las negociaciones del T-MEC, así como empresarios, coinciden en que México tiene herramientas para responder. Sin embargo, lo ideal sería alcanzar un acuerdo antes del domingo, cuando la presidenta anunciará las medidas de represalia.
Mientras tanto, el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, dejó abierta la posibilidad de que Trump encuentre una “posición común” con México y Canadá , aunque sin garantizar la eliminación de los aranceles.
El sector automotriz, que representa 35% de las exportaciones manufactureras del país, es uno de los más afectados. Las consecuencias se sintieron desde el primer minuto de la entrada en vigor de los aranceles y pueden agravarse en un mes.
«Si el arancel se mantiene, el cierre de fábricas ocurrirá en cadena: primero los fabricantes de componentes, luego los de autopartes, hasta afectar a toda la industria automotriz de México y Norteamérica», advierte Alberto Bustamante, director de la Agencia Nacional de Proveedores del Sector Automotriz (ANAPSA).