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Tampico
6 octubre,2024
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Columnas

Factor de Cambio: El Museo de Tampico, su colección y su gente

Por Gabriel Hernández González

Profesor de Mercadotecnia

ghg@cafecostenito.com

Enmarcado por la alegoría decembrina, bajo la rimbombancia bicentenaria y en el mismo año en el que el Teatro Metropolitano lograra llegar a veinte años de intermitente operación; abrió sus puertas con éxito el Museo de la Ciudad Tampico. 

Proyecto concebido con gran visión por parte de la autoridad y entregado para su desarrollo a un grupo de líderes de la sociedad civil, quienes rodeados de especialistas con credibilidad gestionamos con compromiso y junto a la suma de generosos esfuerzos financieros se obtuvo algo poco visto: un espacio histórico de talla internacional. 

Espacio que por supuesto estará bajo la lupa tanto de detractores que no comprenden cómo desarrollar la cultura de la localidad como de quienes esperábamos un sitio abierto al público en el que profundizáramos tanto en la razón de ser de esta ciudad como en su devenir, incluyendo en su interior de manera atinada una sala donde se desenvolverán los planes del futuro de Tampico con intervención de la más acreditada academia universitaria.

La comparativa del Metro con el Museo de Tampico es lógica: por la reunión de fuerzas encabezada por importantes liderazgos, por estar destinados ambos recintos a alojar eventos y con respecto al veintésimo teatro por conservar en una de sus alas un museo que conserva colección en lo específico de la región huasteca.  En este punto, Tampico vuelve a hacer historia.

Ya éramos una región altiva desde la época prehispánica, las obras de arte con tema tampiqueño y los antiguos testimonios respaldados por la comunidad investigadora lo constatan pero estaba abandonada la urgente necesidad de darle un sentido cronológico tangible a los elementos que edifican nuestro orden, para lo cual en definitiva había que acercarse a la población para invitarlos a participar, particularmente a persuadirlos para entregar elementos de su propiedad. 

El contar con objetos familiares en vitrinas a disposición de todos nosotros es un valor intangible muy alto; más aún si son escasos o prácticamente, únicos.  Porque la historia de ésta y algunas otras ciudades está en los hogares de su gente.  La participación de todos fue ejemplar y en ese sentido rompimos con el “complejo de la jaiba”, complejo que malamente creemos quienes radicamos aquí que padecemos sólo en Tampico.

Razón de ser de estas letras es dar gracias con inmenso afecto a quienes nos entregaron un voto de confianza y se sumaron en favor de este asombroso lugar: Paulino Lomas, Ana Lucía Bacerott, Miguel Leyva, Marcela Navarro, Sandra y Juan Manuel Ibarra, Marcela Aguilar, Luis Turrubiates, Fernando Cantú, Cesáreo Fernández, Arnoldo Castillo, Luis Galván, Carlos Bortoni, Fernando Leija, Emilio Gómez, Roy Paniagua, Rubén Darío Sánchez, Claudio Loredo, Juan Carlos Rosas y Óscar Flores, por recibirme para así filtrar con el historiador David Granados, el curador y autor junto a la Dra. Angelini. 

A Éder Jiménez, Administrador del Aeropuerto de Tampico quien permitió la gestión y el traslado de las importantísimas báscula y hélice del Lincoln Standard que efectuara el primer vuelo de México a Tampico, mismas que da razón de ser a esa sala titulada “Tampico, cuna de la aviación comercial” y a la Mtra. Martha Hernández Puga, directora de la Escuela Gabino Barreda por haber concedido las Columnas de la Educación que presenciaran el incidente de Tampico de 1914 y que tan majestuosamente visten la pared del auditorio que observa al increíble Café del Museo. 

A su vez, ellos no fueron los únicos quienes se sumaron en este complicado andar, más tampiqueños ilustraron sus nombres al interior del Museo de Tampico.

Quienes somos oriundos de aquí digeríamos el diseño de esta difícil encomienda, pero al atestiguar el asombro del turismo orgánico que desconocía el protagonismo de nuestro Gran Tampico en la narrativa de la República Mexicana nos reconfirma nuestra altivez, reconfirmamos ese propósito implícito de ejercer mercadotecnia citadina cuando nos asumimos de acá estando lejos.  Nos erigimos en el mapa como bastión vanguardista en espera de permear este efecto al resto de la región que representamos, zona norte de Veracruz y sur de Tamaulipas, porque como bien se explica en la sala de nombre Sitio Milenario: Tampico era una región.

El efecto de este lugar nos deja varios mensajes, de avenencia, de interés en una mejor versión de nuestras tierras.  Sin embargo, la lectura más clara es que a lo largo de su historia el Tampico más óptimo es en el que vivimos hoy en día y posiblemente para llegar a interpretar esto había que contar con un lugar de estas características.

Sirvan estas líneas para agradecer a Chucho Nader, Alcalde de Tampico mejor evaluado en México y para reconocer el liderazgo de José Ángel García Elizondo, quien encabezó exitosamente el Patronato de este Museo del cual me enorgullezco de formar parte y por supuesto, para invitar a mi amable lector a honrarnos con su presencia en este nuevo emblema conocido antes como Casa Fernández.

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