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Tampico
8 julio,2024
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Columnas

Trayectoria Gourmet: El Fuerte CastillaTrayectoria Gourmet:

Por Gabriel Hernández González

ghg@cafecostenito.com

En una esquina de la Calle Muelle frente a la Plaza de la Libertad donde alguna vez se degustaron las exquisitas paellas de La Troya aún humeantes de rendición española en nuestro Heróico Tampico, se asienta una casona de los mil ochocientos donde se ratificaba la rendición invasora, entrega de banderas y armas por parte del brigadier Barradas al grandioso Ejército Mexicano.  Una de las edificaciones más antiguas de la ciudad.

 Edificio verde, herrería y majestuosa vista olor a mar con ligero tinte asfáltico hacia el kiosco, hace escasos unos meses la Casa Castilla abre sus puertas con un menú amplio, ambicioso y espléndida atención de quienes ya reúnen un andar en el servicio al cliente.

La residencia espaciosa que comienza con una experiencia para el ávido antojadizo y prospecto de paladín desde que se ingresa al pasillo central, con vigas en las alturas y pesadas puertas de madera; el antiguo ascensor, la caja fuerte sin contraseña cuyo contenido no conocieron ni los Dragones de Tampico, la escalera cuyos centenarios mosaicos vieron subir a la milicia triunfadora, la cocina tradicionalista basada en el pan caliente, café de la localidad y los bocoles cómo deben hacerse.  Una opción hacía años impostergable de una alternativa al marisco en el Centro Histórico y una amalgama inevitable.

El paraje huele a cultura familiar porque los atentísimos operadores de dicho recinto son todos conocedores.  Esos acontecimientos pasados se convierten en amabilidad transmitida por tampiqueños huastecos.  Éstas son mis tierras y ésta es mi gente, quienes también aprecian la arquitectura imborrable de las sepan cuántas cuadras aledañas a esta plaza que debe su nombre a nuestro contundente triunfo sobre la España.

Aunque la idea viene desde la cocina huasteca hasta lo más actual, la recomendación es esa botana de antojitos mexicanos para centro de mesa que tan plácidamente degusté junto a un grupo de personalidades preocupadas por la zona un agosto de dos mil veintitrés mientras madurábamos mejoras a nuestra realidad circundante durante una apacible velada sin mosquitos.  Y el rib eye dominical acompañado de la familia escogida, sin desvirtuar el rumbo al Edificio Mercedes en reflexión de lo que meditaba Don Porfirio con respecto al porvenir dentro de cien años, ¿habría de ser el Fuerte Castilla recepción de un rincón gastronómico después de tanto tiempo? La ubicación es una recomendación absoluta.

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