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21 septiembre,2024
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Fuerza laboral: el eslabón débil en EE. UU. que favorece a la manufactura en México.

A mediados del año pasado, la Asociación de la Industria de Semiconductores de EE. UU. anunció una noticia positiva para su sector: se prevé un crecimiento que podría generar cerca de 115,000 empleos para 2030, gracias a la creciente demanda de chips.

No obstante, esta noticia también tiene un impacto negativo, ya que se estima que habrá una falta de 67,000 empleos en el sector. Este problema se debe a un desafío que ha sido evidente durante varios años: la escasez de mano de obra calificada.

La Cámara de Comercio de EE. UU. indica que, a pesar de la cantidad de trabajos disponibles, no hay suficientes trabajadores para cubrirlos. Ni siquiera si todas las personas desempleadas en el país ocuparan esos puestos sería suficiente.

En el ámbito de la manufactura, un estudio reciente de Deloitte y el Manufacturing Institute muestra que, aunque se podrían crear 3.8 millones de empleos entre 2024 y 2033, es probable que 1.9 millones de esos puestos queden vacantes.

Ante esta situación, varias organizaciones del sector están reconsiderando su sostenibilidad a largo plazo. Para garantizar su futuro, algunas han decidido trasladar sus operaciones a otros países donde hay mayor disponibilidad de talento y condiciones más favorables para crecer.

México es uno de los países que más se está beneficiando de esta situación, convirtiéndose en un destino atractivo para las empresas que buscan reubicar sus operaciones cerca del principal mercado de consumo del mundo: Estados Unidos.

La cercanía geográfica de México con EE. UU. ha sido clave para posicionarlo como un punto estratégico en las cadenas de suministro en el contexto del Nearshoring. Además, factores como el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que facilita el comercio en la región, y el costo y disponibilidad de mano de obra mexicana, que es más económica que la estadounidense, también han influido.

Sin embargo, México enfrenta desventajas en comparación con EE. UU. y Canadá, como:

1) La inseguridad en zonas industriales, lo que puede poner en riesgo a los empleados.
2) La calidad de la mano de obra, que aunque es abundante, no siempre está bien capacitada.
3) La falta de inversión en infraestructura.

Esto significa que México debe abordar estos y otros temas para atraer más empresas e inversiones. De lo contrario, no podrá aprovechar plenamente las oportunidades que ofrece el Nearshoring.

Actualmente, las empresas de manufactura mexicanas aún no se benefician del todo, ya que no han alcanzado los niveles de producción requeridos por las empresas que se han relocalizado en el país.

Por ello, es crucial invertir en nuevas tecnologías e innovación para cumplir con las expectativas de las empresas ya establecidas y las que están por venir.

Las compañías de manufactura en México deben integrarse y posicionarse como nuevas cadenas de suministro a nivel global. En lugar de depender de proveedores asiáticos o de otras regiones, deberían ser las empresas nacionales las que satisfagan esa demanda.

Con estos cambios, los proveedores podrán establecer relaciones estratégicas y diversificar sus inversiones, ofreciendo soluciones a las necesidades de las empresas y alentándolas a reubicarse en México.

Esta estrategia parece ser la más efectiva para crear un entorno sostenible y competitivo en el contexto del Nearshoring. Para garantizar el crecimiento y reducir costos, es fundamental enfocarse en la calidad junto con el desarrollo de innovación, lo que permitirá que la industria nacional brille como se espera.

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