Madrid, España — La decisión del gobierno español, liderado por el socialista Pedro Sánchez, de no asistir a la toma de posesión de la futura presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha generado una tormenta política en el país. En un comunicado emitido en la madrugada española, se confirmó que ninguna delegación oficial viajaría a México debido a la “inaceptable exclusión” del rey Felipe VI, jefe del Estado español, del evento.
El anuncio ha provocado un amplio rechazo entre los partidos de gobierno y la oposición. Tanto el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) como el derechista Partido Popular (PP) se unieron en calificar de “inaceptable” el veto al monarca. La ministra de Defensa, Margarita Robles, declaró que la no invitación al rey “es algo que el gobierno considera inaceptable” y añadió que su exclusión implica que España no estará representada. “Lo sentimos muchísimo porque el pueblo mexicano es un pueblo hermano”.
La decisión fue comunicada mientras Sánchez y el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, se encontraban en Nueva York participando en el Consejo de la ONU. A pesar de la negativa del gobierno a asistir, la vicepresidenta segunda y líder de la coalición de izquierdas Sumar, Yolanda Díaz, quien había sido invitada, también decidió no viajar en acatamiento a la decisión del presidente.
Desde la izquierda, sin embargo, hubo voces que defendieron la decisión de Sheinbaum. Enrique de Santiago, diputado de Sumar, calificó a la monarquía de “anacrónica” y criticó la exigencia de España hacia México sobre quién invitar a su ceremonia. Ione Belarra, líder de Podemos, también apoyó la exclusión, argumentando que el rey Felipe VI ha causado vergüenza en ocasiones anteriores y que su presencia podría obstaculizar las relaciones internacionales.
Gabriel Rufián, de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), celebró la decisión con un provocador “¡Viva México, cabrones!” en respuesta a las críticas de la derecha. Desde el PP, Borja Sémper exigió a México un respeto hacia el rey, afirmando que su exclusión significa que “España no está invitada”.
La controversia ha expuesto divisiones significativas en la política española sobre la monarquía y las relaciones exteriores, generando un intenso debate sobre el papel de la figura del rey en la diplomacia contemporánea.