Contrario a la creencia popular, el Día de Muertos no tiene raíces prehispánicas, según el especialista Víctor Santos del Instituto Nacional de Antropología e Historia. En un detallado análisis, Santos argumenta que esta festividad se originó en la Europa medieval, vinculada a las celebraciones católicas de Todos los Santos y los Fieles Difuntos.
Estas dos conmemoraciones han evolucionado desde su establecimiento en los siglos VII y X, respectivamente, y jugaron un papel clave en la cristianización de ritos paganos que aún persistían en Europa. Prácticas como las misas y la ofrenda de flores y dulces, que recordaban a los difuntos, ya existían en el viejo continente y fueron traídas a América por los conquistadores.
Orígenes de las Celebraciones
La festividad de Todos los Santos fue instituida por el Papa Bonifacio IV en el año 609, inicialmente celebrada el 13 de mayo, con el objetivo de honrar a mártires y santos cristianos desconocidos. Debido a la gran afluencia de personas, el Papa Gregorio decidió trasladarla a principios de noviembre, coincidiendo con la época de la cosecha.
El Día de los Fieles Difuntos, por su parte, tiene un origen más espiritual. Según el martirologio romano, San Odilón de Cluny recibió una visión que lo llevó a designar un día para rezar por las almas en Purgatorio, permitiéndoles así alcanzar la indulgencia que les abriría las puertas del cielo. Los dominicos, en su tradición, realizaban múltiples misas por los Fieles Difuntos al día siguiente de Todos los Santos, práctica que se trasladó al Nuevo Mundo y se arraigó globalmente.
Recordando a los Muertos en Culturas Originarias
Aunque la celebración moderna del Día de Muertos no proviene de tradiciones precolombinas, los pueblos originarios sí tenían sus propias formas de honrar a sus muertos. Estas costumbres estaban profundamente arraigadas en ritos que, desafortunadamente, se perdieron durante la época colonial.
El «culto a los muertos» o «culto a los antepasados» en las culturas mesoamericanas abarcaba una compleja escatología ancestral, cuyas prácticas y significados aún nos resultan en gran medida desconocidos.
