Los detalles se recogen en un artículo publicado en la revista The Lancet Public Health, donde los autores enfatizan la necesidad urgente de que los servicios de salud pública y bienestar social tomen en cuenta estas exposiciones repetidas a desastres.
Vivir catástrofes vinculadas al clima se asocia con un deterioro progresivo de la salud mental, según un estudio australiano basado en datos de 5.000 personas, que confirma que los efectos empeoran con la repetición de estos eventos.
Los detalles se publican en un artículo en The Lancet Public Health, donde los autores destacan la urgencia de integrar estas exposiciones recurrentes a desastres en los servicios de salud pública y bienestar social.
El estudio se basa en datos longitudinales de 5,000 personas, recopilados entre 2009 y 2019, que sufrieron daños en sus viviendas tras al menos una catástrofe (inundación, incendio forestal o ciclón). A estas personas se les hizo un seguimiento desde los años previos hasta los posteriores a cada evento.
Según los autores, afiliados, entre otros, a la Universidad de Melbourne, vivir múltiples catástrofes relacionadas con el clima está vinculado a un deterioro más grave de la salud mental.
De este modo, la recuperación al estado previo al desastre se vio más retrasada con las exposiciones repetidas. Se observó un mayor deterioro de la salud mental cuando los desastres ocurrían más cerca de la exposición anterior (con una diferencia de 1 a 2 años) en comparación con aquellos que sucedían con 3 o más años de diferencia.
El estudio también reveló que las mujeres, los jóvenes, las poblaciones indígenas y los habitantes de zonas rurales eran más propensos a experimentar un empeoramiento de la salud mental tras desastres repetidos.
Asimismo, las personas con enfermedades, deficiencias o discapacidades crónicas, aquellas con poco apoyo social, así como los propietarios de viviendas con hipotecas y los inquilinos, experimentaron un mayor deterioro de la salud mental entre la primera catástrofe y las posteriores.
Aunque los autores reconocen algunas limitaciones en su investigación, como el hecho de que la medida de exposición al desastre se basó en los daños a las viviendas reportados por los propios participantes, y el tamaño limitado de la muestra para tres o más desastres, lo que introduce incertidumbre y limita la capacidad de hacer conclusiones firmes, defienden sus resultados. Aseguran que los hallazgos subrayan los efectos acumulativos en la salud mental de la exposición a múltiples catástrofes climáticas, un aspecto que debe ser considerado y abordado de manera urgente en los servicios de salud pública.
Los investigadores sostienen que, por primera vez, han demostrado estadísticamente que la acumulación de dos o tres catástrofes naturales, especialmente entre personas vulnerables, provoca con mayor frecuencia trastorno de estrés postraumático, ansiedad y depresión que la ocurrencia de una sola catástrofe o ninguna, según explica el psiquiatra Paul Valent.
Ante el aumento de catástrofes naturales debido al cambio climático, advierten que la salud mental de la población se verá deteriorada. «Su lógica, respaldada por amplias estadísticas, parece inatacable», señala un investigador que no participó en el estudio.
Sin embargo, este se limita a «un pequeño puñado» de síntomas medibles que, según argumentan, representan la salud mental, lo cual, según Valent, presidente jubilado de la Sociedad para Estudios sobre el Estrés Traumático de Australasia, es cuestionable. En declaraciones recogidas por la plataforma científica Science Media Centre, Valent señala que estos síntomas no abarcan una amplia gama de otros aspectos psicológicos, como el duelo, la ira, la culpa, la vergüenza o la injusticia, y no consideran las consecuencias psicosomáticas de las catástrofes, como infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares y una gran variedad de síntomas físicos.